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La mesa que camina

Galeria TIM, Santiago, Chile. 2023.

Zonas Kársticas

Apasionada y comprometida con el color y la mancha, Pascuala Lira es una artista de la fricción. Fricción entre la pintura y el soporte, fricción entre una forma y otra, fricción entre el aire, el agua, la tierra y el fuego; fricción entre una dimensión y otra. En sus imágenes es frecuente la compartimentación, la delimitación, muros de contención a través de los cuales, sin embargo, existen pasadizos y ciertos elementos específicos autorizados para desplazarse o filtrarse de un lado a otro. En sus pinturas se encuentran lo épico, lo pícaro y lo melancólico, lo modesto y lo grandioso; lo animal, lo vegetal, lo mineral, y todo lo que está entremedio. Sus cuadros son como pequeñas arcas de Noé: en ellas logra hacer caber y convivir todo lo que en un momento específico circula por su mente y su corazón, todas las especias con las que se entretejen todos los folclores del mundo: laurel, azafrán, paprika, comino, perejil, salvia, romero y tomillo (el perejil que aparta las emociones amargas, la salvia que simboliza la sabiduría y la sanación, el romero que despierta la remembranza, el amor y la fidelidad, y el tomillo que evoca el coraje y la nobleza de espíritu). Con la integridad y convicción de quien ha consagrado su vida a un lavadero de oro, Pascuala se plantea el objetivo de descubrir algo nuevo cada día: sin discursos, sin instrucciones, sin prejuicios, sus pinturas parecen invocar espontáneamente a las antiguas civilizaciones perdidas de Kumari Kandam, Atlantis, Hiva, Lemuria, Thule, Mu y El Dorado. En su obra parecen convivir con total naturalidad lo lírico, lo ornamental, lo sensorial y lo sinestésico: su arte es el de un movimiento continuo, sin puntos, sin comas, sin pausas, siempre desde la sensibilidad y la sutileza, desde lo no frontal, desde lo no aturdidor, desde lo no mercadotécnico. Escuchando de fondo a Guinnevere, Scarborough Fair y (Don’t Talk) Put Your Head on My Shoulder, y bajo la luz transparente y metálica de la luna llena, sus pinturas nos recuerdan las pócimas mágicas de los cuentos: una rama de muérdago, dos ojos de serpiente, una verruga, la garra de un búho de las nieves, intestinos de sapo, leche cortada y alas de murciélago, aceite quemado, pelo de sirena, bostas de elefante, cinco perlas, siete rabos de gato, polvo de araña y un colmillo de rata. Rodeada por un zumbido constante y de frecuencias alternativas, a Pascuala Lira la acompañan a diario sus guardianes Uccello, Van Eyck, Bonnard, Redon y Nozkowski, también Burchard, Vargas Rosas, Barlow y Sillman, para emprender su cotidiana aventura a través de destellos, tsunamis y sequías, fantasmas y espectros, burbujas y escaras, puentes colgantes, estrechas callejuelas empedradas, vitrales de algas secas y candelabros palaciegos, frutas tropicales, flores del desierto, coirones de Parinacota y otras alucinaciones altiplánicas.
Cristián Silva, agosto 2023

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